Cuando una persona empieza a tener dificultades para realizar actividades cotidianas como vestirse, ducharse o preparar su comida, puede necesitar apoyos externos. En España, esa situación está regulada por un marco legal específico y se clasifica en diferentes niveles. Es lo que conocemos como grados de dependencia.
En este artículo vamos a explicar de forma sencilla qué es la Ley de Dependencia, cuáles son los grados establecidos y cómo se realiza la evaluación oficial. Así tendrás una visión clara de qué significa que alguien sea reconocido como dependiente y cómo funciona el procedimiento.
Qué es la Ley de Dependencia
La Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, aprobada en 2006, es la norma que regula todo este sistema.
Su finalidad es reconocer el derecho de las personas que no pueden valerse por sí mismas a recibir apoyos públicos, ya sea en forma de servicios profesionales o de ayudas económicas.
En resumen, cuando nos preguntamos qué es la Ley de Dependencia, hablamos de una legislación que:
- Define quién es considerado dependiente.
- Establece un sistema de valoración único en todo el país.
- Clasifica la dependencia en distintos grados.
- Determina qué tipo de servicios o prestaciones corresponden en cada caso.
Es, por tanto, el punto de partida para que cualquier persona con necesidades de apoyo pueda acceder a la ayuda pública.
Qué son los grados de dependencia
La Ley clasifica la dependencia en tres grados, en función del nivel de apoyo que requiere la persona para realizar las actividades básicas de la vida diaria.
Grado I: dependencia moderada
Corresponde a las personas que necesitan ayuda una vez al día o de manera intermitente, pero pueden mantener cierta autonomía.
- Ejemplo: alguien que requiere ayuda para bañarse, aunque puede vestirse y comer solo.
Grado II: dependencia severa
Hace referencia a quienes necesitan ayuda dos o tres veces al día, aunque no de manera constante.
- Ejemplo: una persona mayor que necesita apoyo para levantarse de la cama, asearse y cocinar, pero puede pasar parte del día sola.
Grado III: gran dependencia
Es el nivel más alto. Se concede a quienes necesitan ayuda varias veces al día y requieren la presencia indispensable y permanente de otra persona.
- Ejemplo: alguien que no puede realizar por sí mismo ninguna actividad básica y necesita supervisión continua.
Estos grados de dependencia no son solo una etiqueta. De ellos dependen las prestaciones económicas o los servicios a los que se puede acceder.
Cómo se evalúa el grado de dependencia
La valoración no se hace al azar. Existe un procedimiento oficial y un baremo aprobado por el Estado que todas las comunidades autónomas aplican.
- Solicitud: la persona interesada, o su familia, presenta la petición en los servicios sociales de su comunidad autónoma.
- Documentación: se entrega el DNI, informes médicos y, en ocasiones, otros certificados que acrediten la situación.
- Visita de valoración: un equipo de profesionales (normalmente trabajadores sociales y personal sanitario) acude al domicilio de la persona.
- Aplicación del baremo: se utiliza un cuestionario que mide la capacidad para realizar actividades como vestirse, alimentarse, moverse o comunicarse.
- Resolución: se emite un dictamen que reconoce el grado de dependencia y da derecho a elaborar un Plan Individual de Atención, donde se detallan los apoyos que recibirá.
Por qué es importante la evaluación
El reconocimiento del grado no solo abre la puerta a prestaciones, también aporta seguridad a las familias. Saber qué nivel de apoyo se necesita ayuda a organizar mejor el cuidado, planificar la economía familiar y acceder a servicios especializados.
Además, la evaluación es un derecho. Cualquier persona que sienta que necesita ayuda en su día a día puede solicitarla, independientemente de su edad.
Prestaciones vinculadas a cada grado
Una vez reconocido el grado, la administración define el tipo de apoyo más adecuado:
- Grado I: acceso a servicios de teleasistencia, ayudas técnicas o asistencia puntual.
- Grado II: posibilidad de recibir ayuda a domicilio más intensiva, centro de día o prestaciones económicas por cuidado familiar.
- Grado III: servicios residenciales, atención profesional permanente o cuantías económicas más altas para la contratación de cuidadores.
El objetivo siempre es garantizar que la persona dependiente tenga la mejor calidad de vida posible dentro de su situación.
Consejos prácticos si vas a solicitar la valoración
- Infórmate en tu ayuntamiento: suelen tener personal especializado que te ayudará a rellenar la solicitud.
- Reúne todos los informes médicos: cuanto más completos sean, más ajustada será la valoración.
- Ten paciencia con los plazos: el proceso puede tardar varios meses, pero en muchos casos las ayudas se abonan con carácter retroactivo desde la fecha de la solicitud.
- Revisa periódicamente la situación: si la persona empeora, puedes pedir una revisión del grado de dependencia.
El valor de conocer el grado de dependencia
Entender qué es la Ley de Dependencia y conocer los grados de dependencia es fundamental para no sentirse perdido en un momento en el que la familia necesita respuestas claras.
El sistema puede parecer complejo, pero está diseñado para garantizar un derecho: que las personas con mayores necesidades de apoyo tengan cubiertos sus cuidados y que las familias cuenten con respaldo.
Si tú o un ser querido estáis en esta situación, no lo veas como un trámite más, sino como una herramienta para mejorar el bienestar y recibir la ayuda que os corresponde.
En Asisplan sabemos lo importante que es contar con apoyo cuando un ser querido se encuentra en situación de dependencia.
Por eso hemos creado un servicio de asesoramiento gratuito en prestaciones a la dependencia, diseñado para informarte de manera clara y sencilla sobre todas las ayudas y recursos disponibles.
Nuestro objetivo es que tomes decisiones con seguridad y cuentes con el respaldo que necesitas para ti y tu familia.



