Mi nombre es Antonia Manresa y soy miembro de ACERVEGA, una asociación, sin ánimo de lucro, fundada en 2012 por un grupo de afectados de Daño Cerebral Adquirido (DCA) y sus familiares.

ACERVEGA

En ACERVEGA desde nuestros inicios nos marcamos como objetivo fundamental mejorar la calidad de vida de las personas afectadas con DCA, implantando diversos recursos y servicios de nueva aplicación, como:

  • Fisioterapia

  • Terapia ocupacional

  • Logopedia

  • Neuropsicología

  • Orientación y ayuda de una Trabajadora Social

  • Ocio con usuarios y familiares

  • Viajes en autobuses adaptados

FisioterapiaOrientación y ayuda de una Trabajadora SocialOcio con usuarios y familiares

Tratando de retomar la vida con las condiciones que ahora tenemos y teniendo en cuenta a los afectados, pero sin olvidar a sus familiares o personas cercanas, ya que todos los miembros somos conscientes por nuestras vivencias del desamparo, desesperación e incomprensión que hemos sentido en los inicios.

Por ello y haciendo uso de las herramientas de difusión que pongan a nuestro alcance para llegar a más gente, acepté colaborar en este blog de ASISTENCIA FAMILIAR 24 ORIHUELA, para así ayudar a personas, que como contaré en los siguientes párrafos, se encuentren con el DCA dentro de sus hogares, para que conozcan de nuestra asociación y puedan hacer uso de nuestros conocimientos, experiencias y lo que es más importante, una empatía en su máxima expresión por haber pasado lo que ellos estarán viviendo.

Como he comentado anteriormente, nuestros inicios como asociación se remontan al 2012 pero para llegar aquí, un grupo de familiares de afectados por el DCA, tuvimos que andar una larga travesía por el desierto. Por eso y para mostrar que, luchando, cosas que parecen que marcan un final, solo son un cambio. Quiero contar mi experiencia personal, dejando claro que podría ser la de cualquier otro miembro de la asociación.

Mi experiencia personal

Una noche, a la 1 de la madrugada, mi marido se levanta para ir al baño y sin previo aviso de algún tipo de malestar, al menos para mi persona, cae de bruces al suelo. Con el fuerte ruido, mis hijos que en ese momento tenían 15 y 18 años y el estruendo provocado por el golpe se despiertan y entran a la habitación, ven a su padre en el suelo y con los rostros bañados por el miedo y la incomprensión comprueban que ya no puede levantarse. Lo levantan, llamamos a la ambulancia en un ambiente marcado por la tensión y por la lentitud del paso del tiempo. Llegó y fuimos al hospital. Y sin ser conscientes a partir de ese momento nuestras vidas cambiaron para siempre.

Durante los dos primeros meses en el hospital, solo escuché decir a los médicos que nunca más volvería a caminar y que había tenido la peor de las suertes, ya que el ICTUS que había sufrido era muy fuerte y solo quedaba la esperanza de una cama articulada y una silla de ruedas. Demasiado duro para una persona de 48 años en ese momento, pero no estaba dispuesta a rendirme, ni aunque mi marido consciente de su situación me invitara a ello en más de una ocasión. Yo había oído que existían clínicas de rehabilitación que podían ayudar a mi marido y, a pesar de las opiniones médicas, no di mi brazo a torcer, y tras muchas luchas, conseguí que nos enviasen a una.

Allí estuvimos 9 meses y empezamos a notar, muy poco, pero alguna mejoría. Después de aquella y tras mucho insistir, nos mandaron a otra de estas clínicas en Alicante. Fueron muchos viajes, día tras día, ¡pero mereció tanto la pena!, ya empezaba a caminar, aunque con mucha dificultad. Viendo que todas estas ayudas estaban haciendo evolucionar positivamente su situación empezamos a ir muchas mañanas a la piscina, y allí a sus ejercicios se le sumó el relacionarse con gente, algo que sin lugar a dudas también le hizo o nos hizo mucho bien.

Cuando el doctor Mola, jefe de neurología del Hospital Vega Baja, su médico en ese momento, vio que algo iba mejorando, pero la rehabilitación por la Seguridad Social terminaba, nos propuso formar una asociación a un grupo de familiares de personas con DCA, que teníamos la necesidad de hacer la situación un poco menos dura, y lo conseguimos a través de la unión de personas con las mismas necesidades, dudas y por qué no decirlo, comprensión. Era muy importante que ellos mejorasen, pero no lo era menos que los cuidadores (hijos, maridos, mujeres…)  saliésemos de ese pozo en el que habíamos caído, y nada mejor para ello que nuestros grupos de ayuda mutua en los que solo con escucharnos unos a otros ya nos sentíamos mejor.

Así empezó todo y lo que en un principio solo era oscuridad empezó a tornarse en luz, gracias a este grupo de gente, de amigos, de compañeros de viaje que hacen el trayecto más cómodo, ayudándonos mutuamente con nuestro equipaje y apoyándonos en los momentos duros que nos surgen en el camino.

Por eso, y sin dudarlo ni un momento, recomiendo a todas las personas que hayan vivido de cerca un daño cerebral de cualquier tipo, o conozcan a alguien que lo esté viviendo, que no tengan reparo en ponerse en contacto con nuestra asociación. Puedo asegurar que, aunque parece que todo ha terminado, lo cierto es que siempre hay una salida. Después de mis casi 10 años de experiencia con esta enfermedad, puedo confirmar que se vuelve a vivir, de otra forma sí, pero podemos salir adelante. Solo tenemos que encontrar el camino y creo que a través de Acervega, y el maravilloso equipo humano que lo forma, es un poco más fácil.

Acervega

Si quieres saber mas sobre nosotros visitanos en Facebook, Instagram o entra en nuestra pagina WEB